VACACIONES EN LA CASA DE MI ABUELA
Cuando terminaban las clases era costumbre que los más chicos nos preparáramos para ir de vacaciones a juntarnos con unos primos en la casa de mi abuela Romana, la mamá de mi mamá.
Era una mujer muy calma, amable y muy trabajadora. Le encantaba que la visitáramos los veranos.
Como éramos muchos, dormíamos todos juntos con colchones en el piso. En total éramos seis.
La casa de mi abuela no era lujosa, pero estaba llena de amor y calidez. La nona nos preparaba el desayuno: mate cocido, scones y tortas fritas. Exquisiteces imborrables.
Comíamos mucho, sin embargo, lo que más hacíamos era jugar …a la mancha, a las escondidas, a saltar la piola e innumerables juegos más. Y también nos divertíamos con los animales.
Tenía unos pavos que para mí eran enormes. Un día se nos ocurrió entrar los pavos a un dormitorio que tenía un espejo muy grande. En eso estábamos cuando mi abuela comenzó a gritar: NO, NO, NO. Y fue sacando los pavos. Pero uno entró.
Lo que pasó es que el animal al verse en el espejo lo comenzó a picotear. Pegaba aletazos y picoteaba. En un momento la puerta se abrió y mi abuela por sacar el pavo y cerrar la puerta del ropero, este cayó y ella quedó adentro. Se multiplicaron los gritos, risas y hasta llantos porque no sabíamos qué pasaba con la abuela.
En pocos minutos, alterados por los gritos llegaron unos vecinos que sacaron a mi abuela sana y salva.
Se fueron con la tranquilidad de que todo estaba en orden, y mi abuela muy bien.
Entre nosotros se hizo un silencio helado. Hasta que mi abuela con voz muy calma dijo:
-Chicos, acá no pasó nada.
¡Fueron momentos inolvidables!
SUSANA CASTROFF
Taller Escribir para Perdurar