MI PATAGONIA
El día amaneció espléndido.
La cabaña en el Mallín Ahogado me proporciona la tranquilidad que necesito después de un año tan largo como difícil.
Abro la ventana y mis ojos se llenan de los colores que me transmiten la pasión del rojo con la alegría del amarillo, que se funden tiñendo el paisaje de increíbles anaranjados.
La temperatura permite salir con un sweater liviano porque los rayos del sol tienen la calidez típica del otoño.
Acomodo el caballete y la caja con las acuarelas en la bicicleta y bajo por un sendero sinuoso hacia la orilla del Lago Puelo.
Un puente de madera basta cruje a mi paso. Me detengo a escuchar el río que corre apacible entre las piedras redondeadas con un sonido similar a los aplausos y que los mapuches llamaron Quemquemtreu.
Me instalo en el muelle añoso. La belleza del paisaje me cautiva y demora el inicio de mi pintura.
La mañana es tan diáfana que puedo distinguir la cordillera en la lejanía. Sus picos agudos cubiertos por nieves eternas se dibujan a través de la bruma matutina que le da una suave tonalidad azul.
El Cerro Piltriquitrón se destaca en la precordillera gracias a que las pocas nubes están muy altas, de lo contrario, como dice su nombre, estaría cubierto o colgado de las nubes
Una corona de pinos enhiestos, de majestuosas araucarias, de lengas, ñires y altísimos coihues enmarca el paisaje. Se disputan la belleza de sus colores en una variada gama de verdes, amarillos, naranjas, rojos y plateados que se reflejan en las quietas aguas del lago creando una simetría casi perfecta. La playa de canto rodado bordea el agua mezclándose con las matas de los molles, las rosas mosquetas y los notros o arbustos de fuego con sus inconfundibles flores de rojo intenso.
Intento en vano plasmar sobre el papel tanta belleza y desisto.
De pronto suenan los acordes de un loncomeo en la guitarra de un joven mochilero. Cierro los ojos. Me dejo envolver por la rogativa mapuche, agradeciendo la inmensidad de los horizontes patagónicos, y me rindo frente a la sublime majestuosidad de la naturaleza.
BEA BOTTI
Taller Escribir para Perdurar