Cepram

POESIA Y CIENCIA

Habíamos llegado un día antes para acomodar los pertrechos con tiempo.
La cabaña era cómoda y la salamandra encendida invitaba a calentarse
al lado.

Al rato llegó el piloto del helicóptero y cenamos liviano, nos
esperaba un arduo trabajo.

El Ingeniero y yo bajaríamos a tomar datos en diferentes puntos de la
cordillera y esa tarea nos llevaría varios días.

Amaneció despejado. Al llegar cerca de un acantilado, un cóndor
planeaba majestuoso desplegando sus alas. La Patagonia mítica y
fascinante.

Sabíamos que el trabajo de medir nieve conllevaba un riesgo, pero a la
vez un privilegio, los vientos fuertes y tormentas, muchas veces se
tornaban riesgosos, sin embargo, el contacto con la naturaleza nos inspiraba a
buscarle la vuelta.

Los lagos azules, turquesas y otros verdosos contrastaban con los
ocres y rojizos de las montañas, cascadas ocultas entre los cipreses
murmuraban su canto milenario. Capillas perdidas entre los cerros
invitan a una oración.

En el camino muchas veces encontramos crianceros con sus majadas que
defienden de las inclemencias del tiempo. Sus ponchos coloridos
contrastaban con la nieve. Hablan un idioma propio y tienen su
idiosincrasia. Son trashumantes desde siempre.

A veces hacíamos campamentos con carpas y otras, en casas rodantes, los
asados y guisos en esos lugares inhóspitos se saborean más que en la
mejor posada.

Al terminar el trabajo sabíamos que la nieve derretida, llevaría agua
valle abajo. El trabajo del hombre rendiría su fruto dando luz y vida
a nuestra Patria.

INÉS MCKENA

Taller Escribir para Perdurar

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