Los beneficios de la educación en la adultez mayor
El CEPRAM ofrece cursos para contribuir al bienestar en esta etapa de tu vida
Históricamente se asoció la educación y el aprendizaje a la juventud. Incluso ideas provenientes de la psicología como la teoría evolutiva del desarrollo, vinculan la niñez y la adolescencia como los momentos privilegiados para el aprendizaje. Sin embargo, desde los años 70’ vivimos un fuerte auge de programas e instituciones que ofrecen cursos y talleres para personas mayores. Una de estas es el CEPRAM (Centro de Promoción del Adulto Mayor) que abrió las inscripciones para el segundo cuatrimestre del 2019.
El Dr. Feliciano Villar, propone pensar la educación en la vejez desde el enfoque del ciclo vital en el que el desarrollo se concibe como un proceso en el que conviven tanto la pérdida como la ganancia y que se extiende a lo largo de todas las etapas de la vida. En este sentido, el Lic. Rodrigo Rapela, coordinador académico del CEPRAM, aporta que el aprendizaje tiene diferentes intereses a lo largo de la vida y en la adultez mayor se basa, sobre todo, el deshacer el prejuicio que está instalado en toda la sociedad pero también circula particularmente entre los propios adultos mayores, que consideran que ellos no pueden, o no deben, o no tienen porqué aprender algo nuevo. Agrega que romper con ese prejuicio ayuda a romper otros vinculados a la adultez mayor, como su representación, las posibilidades de participación, los derechos, la sexualidad, etc. En sus palabras: “poder aprender ya empieza a poner en duda toda esa estructura de representación”. Feliciano Villar habla de la educación en la vejez como compensación y dice que la propia conciencia de estar consiguiendo nuevos logros (‘a pesar de mi edad’, dirían muchas personas mayores) incrementa la confianza en uno mismo, lo que a su vez facilita logros posteriores.
Una segunda forma de compensación son los beneficios cognitivos que aporta la educación en la vejez. Es un medio por el cual las personas mayores pueden paliar las deficiencias asociadas al envejecimiento, a prevenir y solucionar problemas personales y sociales asociados a esta etapa de la vida. Para Rodrigo Rapela: “la posibilidad por ejemplo de aprender un idioma o de hacer un curso específico de entrenamiento cognitivo, entrenamiento de la memoria, hace que los miedos que empiezan a acechar en la vejez respecto a la memoria y al alzheimer se puedan ir conteniendo. Sobre todo, eso, los miedos que aparecen frente a los primeros olvidos, frente a las pérdidas de objetos, etc.
La misión institucional del CEPRAM es “promover el bienestar psicológico y social de los adultos mayores y sus condiciones de ciudadanía”. En este sentido, además de promover el aprendizaje específico sobre ciertas áreas, la dimensión afectiva y recreativa tienen una importancia fundamental para el cumplimiento de esta misión. La mayoría de los cursos son de más de 15 personas y esto favorece a generar y fortalecer vínculos de cooperación y amistad. Para Rodrigo, el hecho de que el aprendizaje se hace casi siempre en grupo, nos permite compartir un interés, un descubrimiento con otra gente que tiene algo en común con nosotros. Para él: “uno no puede obligar a nadie a que se haga amigo de otro, pero sí tener las condiciones: hacer que el ambiente sea amigable, que haya espacios edilicios y tiempo propicios para que la gente pueda tomarse un café, charlar, conocerse entre sí. Es algo que evidentemente le da un enorme respaldo a la búsqueda del bienestar más allá o junto con la cuestión del aprendizaje”. Esta compensación de la educación en la vejez, de la que habla Feliciano Villar, tiene ese tercer objetivo: potenciar la actividad y relaciones sociales de la persona mayor.
Cuando somos jóvenes, los primeros ciclos de nuestra educación están signados por la obligatoriedad, lo que hace que, en general, no nos preguntemos demasiado acerca del objetivo o importancia de educarnos. Luego, la inserción y la promoción en el ámbito laboral pasan a ser las principales motivaciones a la hora de continuar nuestra formación. Podemos pasar noches sin dormir, horas y horas estudiando, días interminables de prácticas no remuneradas con el fin de sumar experiencia y conocimientos para nuestra etapa “productiva”. Rodrigo Rapela habla de que en la adultez mayor, empiezan a aparecer motivaciones distintas: “uno quiere hacer algo que justamente no podía cuando estaba centrado en aprender cosas que le fueran útiles a su carrera. Cuando uno ya deja de tener ese objetivo en mente, puede hacer lo que realmente quiere o lo que realmente tiene ganas”. Feliciano Villar toma las ideas de Laura Carstensen, quien dice que a medida que nos hacemos mayores seleccionamos y volcamos más nuestras energías hacia aquello que nos proporciona satisfacciones presentes antes que hacia lo que promete sólo beneficios futuros. Esto se debe, según la autora, a un acortamiento de la perspectiva del tiempo y del futuro a medida que envejecemos. Vamos percibiendo el tiempo como algo finito, como un bien escaso que es necesario aprovechar. Para ella: “aprender para las personas mayores puede estar especialmente vinculado al disfrute, al crecimiento y desarrollo presente”.
Para el coordinador académico del CEPRAM, la misión institucional en lo que respecta específicamente a los cursos, se cumple fundamentalmente a través de una muy rigurosa selección de los profes. Cuenta que se eligen profesores que entiendan el delicado equilibrio entre la excelencia del aprendizaje y el disfrute en ese proceso. Justifica esta decisión diciendo: “cuando el objetivo que uno se plantea es el bienestar, es un poco contradictorio pasarla mal en pos del bienestar. Entonces sí o sí el modo de aprendizaje tiene que partir del pasarla bien, de que sea un disfrute el mismo hecho del aprendizaje. No es fácil tampoco no pasarse de largo y que sea solamente una cosa de puro disfrute y nada de aprendizaje. Es algo que nosotros somos muy cuidadosos de plantear”.
Recapitulando, la educación en la vejez ofrece enormes satisfacciones a las personas mayores. Contribuye a su bienestar en la medida en que ayuda a romper prejuicios, saldar deudas pendientes, aporta beneficios cognitivos, mejora el autoestima, desarrolla y fortalece nuevos vínculos. El CEPRAM ofrece más de 50 cursos de diversas áreas temáticas que apuntan a cumplir estos objetivos. Sus aulas, profesores, secretarias, directivos, las actividades culturales y el ambiente que se vive, confirman que se camina en ese sentido.
Rodrigo Rapela nos cuenta que para este 2° cuatrimestre se trabajó para ofrecer una propuesta bien rica y diversa. En todas las áreas hay novedades, por ejemplo: “en bienestar físico vuelve a estar yoga y tai chi y continúan los cursos de baile. En la parte de bienestar psicológico tenemos uno de arte-terapia y escritura; otro que trabaja sobre pensar diferente para actuar diferente. En el área de entrenamiento cognitivo hay una propuesta muy linda de juegos con números y con figuras, que tiene que ver con agilizar la mente, con hacer ejercicios pero jugando con acertijos numéricos y geométricos”. En el área de tecnología vuelve homebanking y se inician nuevos ciclos de los cursos: introducción a la computación; computación repaso; interconectados; entre otros.
Yendo a la parte artística vuelve origami y la novedad es un curso sobre restauración de muebles y objetos, que tiene una doble finalidad: la producción artística o el trabajo manual y rescatar objetos que pueden tener una historia interesante, con un trasfondo simbólico. Para quienes prefieren la apreciación artística, hay dos cursos que son originales. Uno de ellos es sobre cine y plantea una mirada a partir de la comedia. Desde el CEPRAM, habitualmente se trabaja sobre la historia del cine y la historia de los directores pero desde lugares más formales o más serios. Santiago González Cragnolino, quién además debutaría como profe de la institución, propone mirarlo desde la comedia. El otro curso nuevo es “el mirador”, en el que la fotografía, la pintura y el cine serán los protagonistas. A través de paseos, películas, debates, documentales proponen conocer la teoría y práctica de estas artes.
Hasta el 31 de julio tenés tiempo para inscribirte a todos estos cursos. Si tenés 50 años o más, podés aprovechar las propuestas que se presentan en este 2° cuatrimestre en el CEPRAM. Acercate de lunes a viernes de 9:00 a 19:00 a David Luque 430 e informate sobre todas las novedades.
#CepramHaceBien
Por: Daniela Buyatti